Alicia en el país de las maravillas








Alicia en el país de las maravillas es un recorrido de ida y vuelta, como saltar en una rayuela compuesta por rostros de niños que portan múltiples imágenes de infancia. Surgen “Alicias”, reflejos de soledad que miran el fascinante, misterioso e ilógico mundo de los adultos.



Alicia no sabe si crecer o no, hacerse adulto y vivir en el mundo de los mayores, dejar de lado la curiosidad, el estar ocupada y eternamente desocupada a la vez.



Alicia mira el mundo de los adultos, atrayente, repelente, misterioso, aburrido, racional y profundamente absurdo.



Alicia no puede entender la ausencia de aquellos a los que ama, el misterio de la muerte, la revelación de lo que hay tras las apariencias.



Acto puro de mirar: historias infantiles, ser uno con el mundo, bellezas particulares, la vida por delante, presagios en el rostro, carencia de futuro, la tristeza de la calesita, la caprichosa manera de perderse de los juguetes, la eterna repetición de una historia.



Con Alicia vuelvo a mi propia Alicia, sentada en el patio de mi casa, recortando muñecas de papel con sus vestidos pop, vuelvo a ese estado donde el tiempo estaba suspendido y solo importaba recortar el vestido para la muñeca, yo era eterna, siempre había estado en ese patio, revista, tijera, no existía más nada.



Rompecabezas de la realidad explorando fragmentos de memorias primarias, recuperación de la memoria infantil, intento de descifrar el mundo. Miro hacia el pasado, miro hacia el presente, voy y vengo, vuelvo a través de sus ojos a mis ojos en el pasado.








 

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